“Los constructivistas no soñaban con galerías: soñaban con fábricas, con torres, con revoluciones. Porque el arte no está para adornar el mundo… está para reconstruirlo, desde el acero hasta la conciencia.”
Tras la Revolución Rusa, el nuevo gobierno bolchevique incentivó inicialmente este tipo de arte experimental porque parecía alinearse con los ideales de cambio y progreso. Así, el Constructivismo se expandió con rapidez, influenciando no solo la pintura y la escultura, sino también la arquitectura, el diseño gráfico, el diseño de modas, el teatro, la fotografía y la propaganda.
Sin embargo, a partir de los años 30, con la consolidación del poder de Stalin, el arte vanguardista fue perseguido por considerarse demasiado elitista y difícil de entender para las masas. Se impuso el realismo socialista como estilo oficial, y muchos constructivistas abandonaron su práctica o emigraron. Aun así, su legado traspasó fronteras e influyó profundamente en la Bauhaus en Alemania, el De Stijl en los Países Bajos y el diseño gráfico moderno en todo el mundo.
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